Delicioso, dulce, suave, sutilmente perfumado y
ligeramente cremoso, pero sobre todo muy mexicano, así es el pan de muerto,
cuyos orígenes datan de la época prehispánica, pero no es hasta la llegada de
los españoles y con ellos del trigo, que comienza propiamente su historia.
Es uno de los alimentos más tradicionales y
emblemáticos del Día de Muertos, y forma parte muy importante en las también
tradicionales ofrendas y altares.
Existen muchas variedades de pan de muerto a lo
largo de todo el territorio nacional, de acuerdo a la región, éste adquiere
características específicas que van de acuerdo a las tradiciones y costumbres
de las distintas poblaciones. Cada región ha adoptado una forma particular de
prepararlo, por lo que las masas, los ingredientes y las formas varían.
En la Ciudad de México, por lo general, encontramos
un pan de muerto de forma redonda, de media esfera, que representa el montículo
de una tumba, y este mismo esta adornado en la parte superior con una esfera
pequeña, que representa el cráneo del difunto y los “huesitos” o “canillas”,
que representan los huesos largos de las extremidades del muertito; muy
frecuentemente se barniza con mantequilla y se espolvorea con azúcar o bien se
barniza con huevo y se le espolvorea ajonjolí, este útimo es menos común.
Elaborado básicamente con ingredientes muy
sencillos: harina, azúcar, huevo, mantequilla o manteca, levadura, agua o
leche, y exquisitamente perfumado con agua de azahar, cáscara de naranja o anís, resulta una verdadera maravilla.
En la actualidad existen variaciones, como es el
caso del pan de muerto con chispas de chocolate, o relleno de nata, entre
otros, pero nosotros preferimos el
típico pan elaborado con los ingredientes antes descritos.
Y por supuesto, acompañado de un delicioso
chocolate, ya sea con leche o con agua, o un atole blanco, resulta un manjar
digno de que los difuntos hagan un largo viaje
para disfrutarlo.
Ya sabemos que es casi imposible resistirse a este
sabroso pan, sobre todo en estas fechas, pero aun así los invitamos a seguir
perpetuando esta importantísima tradición y magnifica obra de la panadería mexicana.
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