El nuevo Tori Tori de la calle Temístocles, en Polanco, es
el restaurante más bonito al que jamás hemos ido en la Ciudad de México.
Tan es
hermoso que ganó un premio: ‘Best
of Year Awards 2011’ en la subcategoría ‘Hospitality: Fine Dinning’ (fina mesa),
organizado por la revista estadounidense ‘Interior Design’.
También es un lugar de
moda y para cenar hay que reservar por lo menos con un día de anticipación (se
sugieren dos).
Pero modas y premios
aparte, es un lugar donde comimos bien. Aunque tienen que esmerarse un poco en
el servicio, que fue descuidado. Pero el lugar es tan increíble que resultó
peccata minuta.
Nos instalaron en el
salón de té, de lo más minimalista y que se inspira en los tatamis, sólo que
con una silla y un lugar para meter los pies debajo de la mesa, a manera de
hoyo en el piso. Muy bonito.
De entradas pedimos
Aguedashi tofu frito ($65) dorado y calientito, las dos texturas
(frito y húmedo) se combinaban sensualmente, creando un agradable contraste en
la boca.
Casi al mismo tiempo
llegó la Aguemono croqueta de mariscos ($70), con una gruesa
y crujiente capa de panko y un intenso y agradable sabor. Difícil de comer con
los palillos, tuvimos que echar mano del tenedor.
Para equilibrar la fritura pedimos una Ensalada de tomate ($65)
fresca y sencilla. Sólo llevaba jitomate bien maduro y sin piel. Era deliciosa
y sutil, con el aliño a un costado para sazonar al gusto.
Como ya comentamos, el
servicio fue un tanto desordenado y esto se reflejó en los tiempos, así que de
pronto le trajeron a Gerardo su sopa Wanmono Miso Shiru ($60), que estaba
sabrosa, sin ser la mejor que ha comido.
Siguió un Sashimi grande ($450), anunciado en la carta como
de “siete pescados”. Era de corte fino, hermoso a la vista y agradable al
paladar.
¡Sólo que en vez de siete, nos llevaron seis pescados! Grave descuido.
Constaba de robalo, salmón, atún, sardina, huachinango (maravilloso) y pulpo
(el peor de todos).
Después le trajeron a
Eva una Kinoko soba ($160); una sopa de tallarines
con hongos. El sabor del
trigo combinaba perfectamente con los hongos y el caldo, sutil, se integraba
sin competir.
Elegimos para acompañar un vino de corte, de Argentina.
Frutal, pero con buena estructura y ligeramente especiado: Clos de los Siete,
2008 ($990).
Por fin trajeron las
Mushi Gyoza de pollo y camarón ($100). Por descuido Gerardo empezó a comerlas antes de
fotografiarlas.
Tenían buen tamaño, estaban cocinadas al vapor y bien condimentadas.
Ya para terminar este delicioso recorrido ordenamos un Rib Eye
(Ribui Nin Niku) asado a la plancha y aderezado con ajo ($220). El corte era
muy delgado, y venía acompañado de algunos vegetales. Por la intensidad de
sabor fue perfecto para terminar con los platos salados.
Como postre nos fuimos a lo mas sencillo pues la oferta no
era muy amplia. Ni siquiera figuraban en la carta. Gerardo, en su versión
dietética, ordenó una simple copa de lichis ($120). Simple, pero muy sabrosa.
Y Eva prefirió tres Mochi (helado cubierto con una masa de
arroz -$135): uno de frijol dulce, otro de vainilla y el clásico de té verde
que le parecieron deliciosos. Y como digestivo Gerardo tomó su acostumbrado
Strega ($120) y Eva lo acompañó con un Amarula ($60).
A la belleza del lugar se sumó lo razonable de los precios,
que contribuyeron al encanto cuando llegó la cuenta. Y así, en una sofisticada
atmósfera, terminó la velada.
Dirección: Temístocles 61, colonia Polanco, México Distrito
Federal
Teléfono: 5281 4226 y 5281 8112
Página web: http://www.toritori.com.mx/
Horarios: Lun. a Dom.
de 13:00 a 00:00 hrs.
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