Siguiendo en la línea de cero glamour, pero esta vez por voluntad propia, el miércoles fuimos a cenar al Tenampa en la recién remodelada Plaza Garibaldi. Si quiere recibir el nuevo año entre botellas y borrachos, éste es el lugar ideal, pues en la plaza no sólo encontrará mariachis que lo acompañen en su dolor, sino que tendrá servicio toda la noche, ya que hay vendedores que se acercan a ofrecerle un trago de "tequila" en vasitos de plástico.
Si lo que quiere es visitar el nuevo Museo del tequila y el mezcal, será mejor que llegue temprano, no sólo para evitar a tanto borracho, sino porque es de presumir que tiene horarios, aunque fuimos incapaces de averiguarlos luego de leer todas las notas periodísticas que dieron cuenta de la apertura. En información telefónica no aparece el número del museo y tampoco tiene página de internet. Cuando nosotros llegamos ya estaba cerrado.
Uno de los motivos por los que decidimos ir al Tenampa fue para llevar a Evangelina, mamá de Eva, quien tenía ilusión de oir la música de mariachi. Así que tras la cacareada noticia de la rehabilitación de la plaza en torno a la cual se reunen estos músicos, decidimos ir y nos llevamos un fiasco.
Ya en el Tenampa, tras esquivar vasos, botellas y fluidos de dudosa procedencia en la plaza, pedimos Eva y su mamá un tequila Tres Generaciones añejo ($66 cada uno) y Gerardo un Herradura también añejo ($75). Con este último no hubo problema, pero los dos anteriores más bien parecían tres degeneraciones. Siendo benévolos podemos decir que no era añejo, y probablemente ni tequila, sino un pésimo licor de caña de azúcar. Ahí comenzaron los problemas, pues el capitán, muy airado nos informó que en ese lugar ni adulteraban licores ni los falsificaban, por lo que tampoco aceptaban cambios o devoluciones.
Como el hombre se subió en su macho y no había manera de hacerlo entrar en razón Gerardo le dijo que no había problema, que le íbamos a pagar esos brebajes pero no teníamos por qué beberlos, y que hiciera el favor de mandarnos otros, pero que esta vez nos lo sirvieran directamente de la botella. Así se hizo y si bien no podemos asegurar que fueran auténticos, por lo menos sabían a tequila añejo. Al final no nos cobraron los tres degeneraciones. La sangrita por cierto era imbebible, pero ahí ya no se podía hacer nada, pues por descuido no pedimos la de la casa ($20), y nos sirvieron de La Viuda de Sánchez ($17) que se se vende embotellada.
Ante la sorpresa de los tragos, optamos por preguntarle antes al capitán si nos recomendaba el cabrito, a lo que éste puso cara de "ni se les ocurra" y nos sugirió el chamorro adobado o la Parrillada Tenampa ($265) que llevaba arrachera, cebolla, longaniza, chicharrón, champiñones, bistec y queso. Todo en abundancia y para taquear. Comimos los tres sin problema. No es que fuera un manjar refinado, pero para como están la mayoría de los comensales del lugar, que por lo general ya llevan bastante alcohol en en el cuerpo, cualquier cosa es buena para meter entre pecho y espalda.
Para acompañar solicitamos un guacamole con totopos ($31), que tenía más tortillitas fritas que aguacate. En su favor tenemos que decir que los hemos comido peores en lugares de más caché, pero tampoco era algo extraordinario. Para definirlo en términos de ecuación algebraica diremos que estaba muy "x".
Mientras esperábamos a que trajeran la comida pasaron varios mariachis ofreciendo sus servicios a $80 pesos la melodía, pero preferimos a un trío jarocho que estaba mocho, pues lo integraban dos músicos. Nos tocaron varias canciones, incluyendo la bruja, el tilingo y un son en donde iban improvisando peladeces de doble sentido, pero con enorme gracia que hicieron que Eva se destornillara de la risa.
También pasaban los que ofrecen dar toques eléctricos, una extraña afición masoquista muy socorrida en las cantinas mexicanas. Nosotros no aceptamos, pero en la mesa de al lado, un nutrido grupo de oficinistas entre los 30 y 40 años, se lanzaron un desafío para ver quién soportaba durante más tiempo las descargas eléctricas. Había una mujer en ese grupo que aguantó hasta el final en medio de unos alaridos descomunales. Acabó llorando, mientras se convulsionaba y, al final, perdió el conocimiento, lo que no parecía preocuparles gran cosa a sus compañeros que le improvisaron una cama de sillas que se abrieron y la pobre mujer terminó en el piso.
Nosotros salimos por nuestro propio pie sobre las 2:30 de la madrugada, con pocas ganas de regresar.
Siendo aficionados de las tradiciones mexicanas debemos decir que sí nos desilusionamos. Nos hubiera gustado ver algo mas refinado y cultural, donde se pudiese disfrutar en familia y de modo tranquilo este genero vernáculo. La realidad es que nos pareció un lugar con un ambiente un tanto pesado y por lo tanto no muy apetecible de visitar con regularidad. Les recomendamos asistir en un horario mas diurno (de preferencia salir de ahí a las ocho de la noche) para que no se encuentre la plaza en plena “fiesta”.
Y por supuesto, nos gustaría encontrar un lugar más amable para escuchar este tipo de música tradicional mexicana. Esperamos encontrarlo pronto.
Dirección: Plaza de Garibalidi 2,
Col. Centro
Tels.: 5526 6176 y 5772 6419
Horarios: Lun. a Dom. de 13:00 a 02.00 horas
Col. Centro
Tels.: 5526 6176 y 5772 6419
Horarios: Lun. a Dom. de 13:00 a 02.00 horas
Nota: Todas las fotos fueron tomadas con un iPhone 4.
Recomendación para el 31 de diciembre
Si lo que busca es un lugar refinado para despedir al 2010 y recibir al 2011, entonces le recomendamos ir a Nobu, en Bosques de las Lomas. Este restaurante, del afamado chef del mismo nombre ofrece dos menús para la noche de San Silvestre: