Acudimos a la segunda edición de Morelia en Boca, que tiene el privilegio de contar con el marco de esta maravillosa ciudad, declarada Patrimonio cultural por la UNESCO.
Otro de los encantos de esta celebración gastronómica es su espontaneidad, en donde no todo sigue milimétricamente el programa previsto y hay lugar para la espontaneidad.
Aunque a veces lo anterior puede ser un arma dos filos. Por ejemplo, el domingo cuando llegamos al Palacio de Clavijero, sede del evento, vimos un letrero que informaba que ya no había lugar para las catas, sin embargo, al acudir a la de la bodega Torres nos encontramos con que había muchos lugares disponibles.
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