miércoles, 11 de mayo de 2011

Miralto, hermosa vista

En la semana de Pascua fuimos a comer al restaurante Miralto, en el piso 41 de la Torre Latinoamericana, aprovechando que en esas fechas el tráfico suele ser menos intenso. Lo más destacable fue, sin duda, la vista desde este lugar emblemático que ofrece un panorama magnífico hacia los cuatro puntos cardinales.
Habíamos quedado de comer con Gerardo Correa, un entrañable amigo que además está haciendo la página de Internet que pronto estrenará El Pecado.
Cuando llegamos, el tocayo del pecador se estaba tomando una cerveza Victoria Michelada ($40). Lo acompañamos Eva con un Martini de coco con Gray Goose ($160) que tenía muy buena apariencia, pero que resultó imbebible por exceso de dulce y Gerardo se fue a lo seguro con una copa de Tío Pepe ($70).
Mientras veíamos la carta ordenamos al centro un plato de jamón serrano ($165) que venía presentado de forma tal que simulaba una rosa. Por desgracia, el sabor no era tan bueno como el aspecto.
También nos llevaron como cortesía de la casa unas rebanaditas de pan tostado con arroz integral y aceite balsámico.
La carta era bastante sencilla, pero con una oferta adecuada. Lo que redujo las posibilidades fue el hecho de que una buena cantidad de los platos no estaban disponibles. Así nos pasó desde las entradas, tuvimos que conformarnos con el Jamón Serrano, pues el Jabugo se había terminado.
Lo mismo pasó con el Ceviche, por lo que Eva pidió Ensalada César ($85) como primer tiempo, la cual se ofrecía para ser preparada a la vista del cliente y lo único que prepararon fueron los cubiertos para degustarla. En sabor estaba correcta, sólo que tenía un exceso de aderezo, lo que hizo que la lechuga perdiera su textura crujiente.
Gerardo prefirió la Ensalada Miralto ($79) que llevaba una mezcla de lechugas, jamón serrano (más), nuez caramelizada, supremas de naranja, jitomate cherry y queso feta, con vinagreta de albahaca y miel. Pidió que no le pusieran el queso, pero… ¡adivinaron! Se lo tuvo que quitar él. Por lo demás, la ensalada estaba bastante aceptable y muy fresca, lo que se agradecía en un día caluroso y más en un lugar en el que pega el sol todo el día y el aire acondicionado no estaba literalmente a la altura.
Al tocayo se le antojó la Sopa de jitomate rostizado ($69), que tenía un toque de jengibre y albahaca y lucía un agradable color oscuro. Estaba rica y no dejó ni gota.
Con los vinos fue todo un show, pues no tenían los dos primeros que solicitamos y luego nos trajeron un Estola reserva 2004, de La Mancha, que estaba mal conservado y había perdido muchas de sus propiedades. 
El capitán lo probó y reconoció la falta, así que lo cambiamos por un Onix Clásico de la región de Priorato ($405). Vino de color rojo cereza de intensidad media con reflejos violetas. En nariz el alcohol esta presente, se perciben aromas a ciruela, grosella y zarzamora, no muy maduras, un aroma herbáceo detrás de las frutas y en el fondo una nota animal muy agradable. En boca tiene buen ataque, con una acidez media y una tanicidad media-alta. El alcohol también esta presente. Cuerpo medio. Se confirman los frutos rojos y la nota animal. Combinó bien con la tarde y con los platillos principales.
Una vez más Eva tuvo que modificar su pedido, pues no había la Costilla de Cordero que estaba anunciada en la carta y tampoco estaba disponible el Rock Cornish, que era su segunda opción. Así que se tuvo que conformar con la Pechuga de Pato ($175) marinada en 11 especies y cocinada a la plancha. Con una salsa de naranja al anís y cardamomo y acompañada de puré de camote. El principal problema con este plato fue el término, ya que Eva lo pidió medio y se lo llevaron bien cocido. 
Eso fue la primera vez, la segunda, se lo trajeron sólo sellado y completamente rojo, por lo que tuvo que regresarlo de nuevo para que lo pusieran a la plancha y así por fin la tercera vez estuvo bien (después de 40 minutos). El puré sabía bien pero no estaba bien trabajado, ya que tenía muchas fibras. Y la salsa era muy buena, los sabores estaban muy bien integrados.
Gerardo tuvo más suerte porque sí tenían el Rib-Eye de 250 gramos ($205) que ordenó con salsa de tres pimientas, guarnición de papas cambray y ratatouille. Las papas se las trajeron en aceite de oliva, en lugar de mantequilla, como las pidió y, ¡dios bendito!, la ratatouille era una de las mejores que ha probado en su vida. Ella sola, junto con la vista, le salvó la tarde.
Gerardo Correa no se complicó la vida y escogió la Hamburguesa Mediterránea ($119) que se componía de 160 gramos de carne importada gratinada con queso manchego y que traía el jitomate de rigor, mezcla de lechugas y papas en gajo.Desgraciadamente no se pudo quedar a los postres, pues tenía que regresar a una junta en su oficina.
Para finalizar Eva pidió una Tarta de manzana ($64) que creemos llevaba mucho tiempo en el refrigerador, puesto que las texturas tanto de la masa como de la manzana, no eran las óptimas. De sabor estaba aceptable, pero en conjunto le faltaba gracia, por lo que decidió no terminarlo. Como digestivo eligió un Oporto Ferreira ($65).
Y a Gerardo le prepararon una copa con fresas naturales ($45) que estaban muy sabrosas, en su punto y venían acompañadas de chocolate fundido en un pocillo, por si quería combinarlas.
Si la comida no es motivo suficiente para subir hasta el piso 41 de la Latinoamericana, sí lo es la vista que impera en todos los espacios, incluidos los baños. La buena noticia es que además del restaurante hay un lounge que resulta de lo más agradable y desde ahí se puede disfrutar del espectáculo de la ciudad sin tener que comer y acompañado de un buen trago para relajarse.

Para ver una fotogalería de las vistas desde el Miralto haga clic aquí.


Dirección: Madero 1, piso 41, Centro Histórico
Teléfono: 5518 1710
Horarios: Lunes de 13:30 a 18:00 horas. Martes a sábados de 13:30 a 2:00 horas. Domingos de 13:30 a 21:00 horas.
Cubierto: $16 por persona
Una hora gratis en el estacionamiento del Bellas Artes con el consumo.

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