jueves, 26 de enero de 2012

Adonis… que nos quiten lo bailado


Llegamos al Adonis en Polanco a escasos minutos de que comenzara el espectáculo. El restaurante, en la parte de abajo cierra a las 10 de la noche, misma hora a la que, viernes y sábados, inicia un show en la parte de arriba. Y allí es a donde estábamos.
Inició con un grupo flamenco compuesto por un guitarrista, una cantadora, dos bailadoras y un bailador. Podrían haber estado en un patio de Sevilla.
Mientras veíamos el zapateado, con el rabillo del ojo leíamos la carta, que era sencilla, muy ad hoc con el lugar, pues su función era complementar el show y no competir con él. Así, los platos eran lo elemental de la comida típica libanesa.
Al principio y a manera de botana, ordenamos al centro de la mesa un Shanklish ($68), sabroso y especiado. Combinado con el pan árabe crujiente resultaba delicioso.
También pedimos Hojas de parra ($95) rellenas de carne y arroz. Estaban sabrosas pero muy grasosas, por eso mismo quedaron algunas sobre el plato. En todos los platillos la presentación era básica y casera.
Otra selección fue Msakaa que llevaba berenjena, piñón y jitomate ($125), de delicioso e intenso sabor. La berenjena resultaba suculenta y la salsa sustanciosa. Nos gustó mucho. Venía acompañada de arroz blanco, que sólo cumplía con esa función.
Para acompañar esta comida pedimos un vino sencillo y ligero: un Chianti Ruffino ($540).
Tras el grupo flamenco salió una bailarina de Belly Dance que provocaba vértigo por el mero hecho de verla, pues se movía a una velocidad pasmosa, en un derroche de energía y coordinación. Lo que más impresionó a Gerardo fue la forma en que movía su enorme cabellera.
Después nos llevaron el Plato Libanés ($185), que para ser sinceros pensamos que ya lo habían olvidado y les tuvimos que recordar. Estaba compuesto por varias especialidades en pequeñas cantidades: tacos de col, calabazas rellenas, kibbe, hojas de parra, tabule, jocoque y humus. Excelente muestra de la cocina de la casa.
Coincidiendo con la llegada del mentado plato olvidado, salió al escenario un grupo de bailarinas vestidas de blanco que llevaban unos jarrones con flores que graciosamente repartieron entre los caballeros.
Les siguió un bailarín que se movía muy ágilmente haciendo malabares con unos bastones iluminados de colores que al apagar la luz lucían mucho al girar.
Terminamos con una selección de pastelillos árabes ($18 cada uno). Venían presentados en una charola: polvorón, dedo de novia y empanaditas de nuez, entre otros.
Mientras comíamos el dulce observamos a la ultima bailarina de Belly Dance que se movía con mucha sensualidad y que culminó su acto bailando con una bandeja sobre la que había varios cabos de velas encendidas y con la que no sólo bailaba, sino que hacía un pase en el que quedaba prácticamente recostada sobre el piso.
Lo que sí se nos olvidó pedir, fue un café turco, para la digestión, pero, entre tanto baile, al final  no hizo falta. Salimos muy contentos y divertidos de un lugar con buen ambiente, en el que nos dimos cuenta había muchos habituales.

Nota: A Gerardo se le olvidó la cámara y las fotos las tomamos con un IPhone 4S.
Dirección: Homero 424 (esquina con Hegel), Colonia Polanco, México DF
Teléfonos: 5531 6940 y 5531 8081
Horarios: Lun. a Jue. de 13:00 a 23:00 hrs.
Vier. y Sáb. de 13:00 a 02:00 hrs.
Dom. de 13:00 a 19:00 hrs.

jueves, 19 de enero de 2012

Thai Gardens, las casualidades no existen


A la salida del Palacio Real de Bangkok, en Tailandia, Gerardo se topó con un tailandés que vestía una camiseta del Cruz Azul y vendía cocos y refrescos en un puesto. Como no es algo común, se le acercó y le hizo conversación. El hombre explicó en buen español que era su equipo de futbol favorito junto con las Chivas. Resulta que había trabajado como cocinero durante un par de años en el Thai Gardens de Polanco y mostró orgulloso una foto para probarlo.
Hay quien dice que las casualidades no existen, así que lo tomamos como una señal de que El Pecado debía visitar y reseñar este restaurante.
Como es común en los restaurantes asiáticos, la carta era muy extensa. Para no complicarnos la vida y probar un poco de todo, decidimos pedir el menú de degustación que además estaba muy barato ($345 por persona). Pronto entendimos por qué.
Las entradas incluían Brochetas de muslo de pollo marinado en leche de coco y hierbas a la parrilla (Kai Sattee), intensas, especiadas y agradables. Fue la entrada que mas le gusto a Eva. También había Rollitos de primavera (Pho Pia) que estaban muy bien elaborados y fueron los favoritos de Gerardo. Colas de camarones envueltas en pasta de arroz (Khung Phom Pha) con el camarón fresquísimo y la fritura sutil. Ensalada de Vermicelli (cabello de ángel con limón y apio) simple y sin encanto. Empanadillas de cerdo al vapor (Kanom Gib) que no eran otra cosa que unos dumplings nada del otro mundo. Y Pollo y calamares fritos mezclados con maíz (Maíz Tood) cuyos sabores se mezclaban y con la fritura todo empeoraba. La presentación era un tanto simple y abigarrada.
Para maridar pedimos un Blanc de Blancs, La Viña, 2010, de Cataluña, que resultó ser la mejor opción dentro de los vinos que ofrecía la carta. Fresco, sencillo y con una buena acidez acompañó agradablemente los platos.
En los platillos principales la presentación mejoró mucho. Ya no estaban amontonados, sino cada uno en su cazuelita. Y eran un Pollo al curry rojo, nuestro favorito, cuyos sabores estaban muy bien integrados y la textura del curry era muy agradable. Res a la albahaca que venía salteada con cebollas, pimientos y chiles, todo en su punto. Tallarines salteados con camarones y cacahuates (Pat Thai), a los que les pasó lo mismo que a los fideos de la entrada, les faltaba encanto.
Camarones en salsa de ostión, de aroma fuerte y penetrante, de sabor agradable, los vegetales estaban en su punto y resultaban crujientes y agradables. Triángulos esmeralda (filetes de pollo marinados envueltos en hoja) de apariencia similar a un tamal oaxaqueño, pero de sabor muy diferente, muy agradables ya que la cocción del pollo en hoja de mantenía todas sus jugos. Todo con un pequeño arroz de acompañamiento, que era perfumado.
Los postres eran un surtido anunciado como “especialidades del chef” y que resultaron más tipo fonda que otra cosa, debido a que la presentación fue la menos decorosa de la noche, desde ahí ya no nos dieron muchas ganas de engordar por comerlos. Nuestro favorito: la castaña de agua con leche de coco.
Fue una cena muy sencilla y desenfadada. Sin mucha complejidad, nos dio sólo un ligerísimo acercamiento a lo que sabemos que la comida tailandesa puede ofrecer.

Dirección: Calderón de la Barca 72, Colonia Polanco, México D.F.
Teléfono: 5281 3850 y 5281 3856
Página web: www.thaigardensgroup.com
Horarios: Dom. de 13:00 a 18:00 hrs. Lun. a Jue. de 13:00 a 23:00 hrs. Y Vie. y Sáb. de 13:00 a 00:00 hrs.

lunes, 16 de enero de 2012

The Blue Elephant

The Blue Elephant es uno de los mejores restaurantes de comida tailandesa en el mundo, con sucursales el París, Londres, Copenhague, Bruselas, Malta, Beirut, etc . También es una reconocida escuela de esa especialidad. Recientemente Gerardo visitó el restaurante de Bangkok y tomó las siguientes fotografías.



Para ver más fotos, hacer clic aquí.

jueves, 5 de enero de 2012

El Cardenal, per sécula seculórum


Para cerrar el año fuimos a comer al nuevo Cardenal que abrió sus puertas en San Ángel, al sur de la Ciudad de México, en el marco de una antigua casa de ladrillo rojo de la época porfiriana, estupendamente restaurada. El lugar es muy agradable.
Tuvimos suerte, pues no esperamos nada para entrar, cuando lo normal en estas fechas y sin reservación es una lista de espera de 40 minutos.
Tampoco la comida nos defraudó. Es lo que uno se imagina de El Cardenal: pesada, pero sabrosa. Y a buen precio.
Empezamos con unos ricos tacos envueltos en hoja de plátano. Los de Eva de Lengua ($120) sustanciosos y muy pesados pero ricos. Nos hizo falta una salsa especial, porque aunque pedimos no hubo mas que salsa verde.
Y los de Gerardo Sudados de chilorio de pavo ($110). Muy buenos. Si uno se come cuatro tacos sudados a $27.50 cada uno, espera que sepan mejor o por lo menos igual que los que cuestan tres pesos en la calle. Y que además tengan más sustancia, sin que pierdan su esencia. Y así fue.
Eva quiso probar también el Mixiote de flores con escamoles ($180). Delicioso, sutil y con ese toque delicado de sabor que sólo pueden dar los escamoles. Lo único fue que todo estaba envuelto en una hoja de mixiote natural, que si bien es lo tradicional, sabemos que es caro y que existe un mercado negro que pone en peligro la preservación del maguey.
Para maridar pedimos el vino Colina Norte 2007 ($770) de Viñas de Garza, que es un ensamble de Tempranillo, Grenache y Carignan. Nos lo habían recomendado antes como un vino equilibrado e interesante. A la vista, tenía buen color y la nariz resultaba agradable, pero en boca nos encontramos con una acidez y un tanino muy agresivos, que dejaban muy atrás la fruta. Era una sensación extraña que nos hizo difícil terminar la botella.
Siguió Eva con una Fideo seco al chipotle ($55). Esta sopa sí nos quedó a deber todo. Fue la peor en mucho, pero mucho tiempo. Desde la presentación y el aroma lo sabíamos.
Gerardo la acompañó con una Sopa de verdolagas con pollo ($72). Ésta era otra cosa. Sabrosa desde el caldo coloreado y aromatizado por la verdolaga, cuya textura untuosa se mezclaba con la de los trozos de pollo creando una experiencia memorable. Una buena recreación de un tradicional plato de la comida casera mexicana.
De principal nos fuimos a las sugerencias de temporada. Eva pidió Romeritos($180) y Gerardo Bacalao ($220).
Los Romeritos eran los tradicionales, con su mole y sus camarones, sabrosos y sustanciosos. Resultaban un buen plato, sólo había algunas varitas duras del mismo tallo de los romeritos, que hacían incómodos algunos bocados.
En cuanto al Bacalao, era el tradicional que se come en estas fechas y que siempre sabe más bueno recalentado al día siguiente en una torta. Acá no hubo recalentado, pero aun así estaba bueno.
De postre Eva se decidió por unas crepas con cajeta ($55), sabrosas y dulcísimas, pero así es como deben ser, mismas que cerraron golosamente esta comida.
Y Gerardo prefirió las fresas con nieve de guanábana ($55). Una buena combinación con una nieve de campeonato.
El servicio fue aceptable aunque un poco lento a comparación de la sucursal del centro, pero lo pasamos bien y nos dimos un festín propio de la temporada.
Y dicho lo anterior sólo nos queda desearles un Feliz 2012 a todos.

Dirección: Av. de la Paz No. 32, Col. San Ángel, D.F.
Teléfono: 55 50 02 93
Página web: http://www.restauranteelcardenal.com
Horarios: Lunes a domingo de 8:00 a 18:30 hrs.