Nos atrajo especialmente una de sus especialidades: la carne de res. Ofrecen una amplia variedad de cortes de calidad certificada USDA Prime, además de carne añejada, carne Kobe y carne orgánica. Adicionalmente, aseguran cocinar los cortes en unos hornos que alcanzan una temperatura de 1000º C.
Al llegar nos ofrecieron un cómodo gabinete bien ubicado en el centro del largo local. Inmediatamente se puso a nuestra disposición un mesero quien nos ofreció un aperitivo. Eva eligió un martini de mango (S140), que si bien era muy dulce, resultaba agradable y Gerardo se decidió por un whisky Buchanan’s 12 con soda.
Pocos minutos después el mesero se acercó con dos platones en los cuales estaban dispuestos una gran parte de los cortes que ofrece el lugar, y nos explico uno por uno de una manera muy especifica y muy paciente.
Terminada la presentación de las carnes nos llevaron la carta, que no era muy grande, pero que ofrecía una buena variedad de opciones. Eva se decidió por el Ceviche de langosta ($270), que se ofrecía con un aderezo de chile habanero y pimiento amarillo con un toque de curry. La presentación era muy poco práctica y el sabor del curry se sobreponía al de todos los demás ingredientes. La langosta era fresca, pero no estaba perfectamente limpia, muestra de esto fue que un buen pedazo de caparazón apareció en la boca de Eva.
En cambio, el Cóctel de carne de cangrejo jumbo ($230) que pidió Gerardo era excelente. La carne del crustáceo es posiblemente la más fresca que ha comido en la Ciudad de México, a 350 kilómetros de la costa más cercana, y su sabor era exquisito. Venía acompañado por una salsa cocktail y una salsa tártara de habanero que combinaban perfectamente con el cangrejo.
A la hora de elegir el vino nos llevaron la carta que era amplísima. Al ver esto, Eva se emocionó mucho, tanto así que escogió tres opciones de etiquetas y pidió al mesero que se las mostrara. La triste realidad es que solo tenían una de las tres y era la que menos se le antojaba, así es que decidió ver otra etiqueta más. Igualmente, al preguntar las características del vino, se nos informó que no conocían los detalles.
Decidimos hacer un maridaje con una botella de vino tinto Vetus 2006, de la Denominación de Origen Toro, en la provincia de Zamora, España. A la vista se apreciaba limpio y brillante, de color cereza oscuro y capa alta, con borde rubí y una densidad aparente alta. En nariz presentaba una buena intensidad aromática en primer lugar percibimos las frutas rojas y negras maduras, notas tostadas, café y un poco de cacao, y al final una nota de regaliz. En boca resultaba un vino carnoso con taninos potentes pero agradables y permanencia larga. Fue una buena opción.
Después escogimos la carne que tal vez fuera la más saludable, pero no la más pequeña, entre los cortes. Decidimos compartir un Tomahawk, 100% Natural Black Angus ($780), obtenido de reses con una dieta de maíz. El peso del corte era de 1 kg.
El mesero lo anunció como orgánico, lo que llamó la atención de Eva, ya que el sabor y la textura de la carne suelen cambiar mucho, y para ella resultan más agradables. Era un corte con hueso, pero venía presentado con el hueso desprendido, lo que facilitaba comerlo. Sin lugar a dudas, la carne era de muy buena calidad y estaba cocinada justo en el término que la habíamos ordenado: medio. Definitivamente les recomendamos que prueben la diferencia de una carne orgánica frente a una que no lo es, el sabor es muy diferente y sabroso.
Pedimos para acompañar unos Champiñones con vino blanco ($95), que simplemente estaban salteados con un poco de cebolla y al final con un poco de vino blanco; también estaban espolvoreados con un poco de cebollín. Estaban bien cocinados y resultaban un buen acompañamiento para nuestra carne. También pedimos una Papa al horno ($95) sin crema, para que Gerardo la pudiera comer. Estaba sencillamente deliciosa. Nada seca y con mucho sabor.
Ya para los postres, Eva pidió una de las creaciones con helado: el Cobbler de manzana ($135), que venía descrito como manzanas caramelizadas con una costra crujiente de galleta de avena a la mode, y cuya porción generosa, bien podría haber funcionado como desayuno energético de la mañana siguiente. En la proporción de los elementos del plato iba en el siguiente orden: helado, galleta y hasta abajo la manzana, que no estaba caramelizada, sino salteada, era de sabor agradable y tenía una nota de limón amarillo.
Al contrario del postre de Eva que era gigante, a Gerardo le llevaron un Cóctel de frutas ($40) que resultó ser un mini postre. En compensación con el tamaño, las frutas estaban en su punto y tenía un licor que combinaba perfecto y realzaba su sabor.
Para acompañar nuestros postres nos decidimos por un par de copas de Late Harvest Errazurriz, chileno, 100% Sauvignon Blanc ($85 c/u), cuya acidez contrastaba perfectamente con el dulce.
De cortesía nos llevaron un algodón de azúcar, al que nos limitamos a observar porque ya no podíamos más.
Y así terminamos nuestra suntuosa cena. Destacamos el hecho de que a lo largo de la noche el servicio fue muy esmerado y cortés y nosotros nos sentimos muy a gusto. Definitivamente vale la pena volver.Dirección: Av. Presidente Masaryk 111, Col. Polanco, México D.F.
Tels.: 5255 0139 y 5255 0144
Página web: http://www.harrys.com.mx/
Horarios: Lun. a Dom. de 13:00 a 01:00 horas.
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