miércoles, 15 de junio de 2011

Buddha-Chic

Si quiere pasar una noche divertida en un marco incomparable, rodeado de gente bonita con buenos tragos y excelente música, sin duda le encantará el nuevo Buddha-bar en la avenida más cotizada de México, Presidente Masarik.
Lo que sí le recomendamos es reservar para la cena, sobre todo de jueves a sábado, porque aunque el salón es muy grande, además de contar con un muy bonito lounge y una agradable terraza, se llena a reventar.
Otra sugerencia es que llegue por lo menos 20 minutos antes de la hora reservada, para poder tomar una copa en el lounge, que está en la parte de arriba.
Al salón se baja por una amplia escalera suspendida a la mitad de la sala desde la que se contempla una enorme estatua de un Buda sentado en flor de loto y con un físico que más recuerda al cuerpo del joven Marlon Brando que al orondo personaje con el ombligo coronando una generosa barriga.
Nuestra reservación era para las nueve de la noche. Cuando llegamos todavía había poca gente, los meseros estaban más tranquilos y disponibles. Sin embargo ya desde entonces comenzaron las fallas en el servicio, por ejemplo, Gerardo pidió la carta de vinos para elegir una copa de espumoso y tuvo que reiterar tres veces la petición, para que se la llevaran cuado ya estaban las entradas sobre la mesa.
Harto de esperar, pidió una copa de Möet & Chandon Imperial Brut y Eva comenzó con un cóctel con champaña y fresas que resultó demasiado dulce.
El concepto de la cocina se denomina Cocina del Borde Pacifico o “Pacific Rim Cuisine” y fusiona recetas e ingredientes de distintas cocinas de la parte más oriental de Asia con las técnicas y el sazón occidental.
Antes de ordenar el mesero nos explicó que los platillos se servían bajo el concepto “Family Style” que no es otra cosa más que la manera en que se acostumbra servir en China y otras partes de Asia, poniendo los platos al centro para que cada quien tome de ahí.
Así pues, elegimos para compartir como entrada la Selección de dumplings al vapor ($150) cuya presentación resultaba muy poco atractiva y que estaban muy lejos de ser los mejores que hemos comido. Uno de ellos, el de pescado, tenía un sabor muy penetrante y azufrado que arruinaba por completo el poco encanto de los demás.
Nuestra segunda entrada fueron los Rollos primavera a la vietnamita con salsa Agridulce ($120) que tenían mejor sabor, pero que tampoco superaron nuestras expectativas.
Continuamos con dos ensaladas. La primera fue la Ensalada de pollo Buddha-bar ($165), una recomendación de alguien que fue al Buddha de Paris y le encantó la que ahí le sirvieron. Resultó toda una sorpresa por su combinación de ingredientes. Había un elemento que le daba una textura crunchy, creemos que era un tipo de nuez garapiñada, muy agradable.
La segunda era la Ensalada de calamares, espárragos y fideos ($180), mucho menos buena que la anterior. Los ingredientes combinaban bien, pero el aderezo sabía demasiado ácido y no invitaba a seguir comiendo.
Para acompañar todos los platillos pedimos una botella de champaña Louis Roederer Brut Premier. Excelente elección. Se llevaba de calle al Möet, por más imperial que fuera. Tenía un color amarillo brillante con reflejos muy vivos. En nariz se percibía un perfume bastante complejo. La burbuja era fina y elegante. En boca tenía notas afrutadas y refrescantes. Un vino estructurado, rico y con muy buena permanencia en boca.
Como íbamos con ganas de comer y sobre todo de probar, pedimos la Selección Maki Sushi (10 piezas $200), que incluía Special California, Dragon, Tuna, Cucumber y Rainbow. El arroz tenia una textura muy agradable y, en general todos los makis tenían muy buen sabor.
De platillo principal Eva escogió el Sea Bass chileno con costra de jengibre ($395). De nuevo encontró en el pescado un sabor azufrado y penetrante, que no le agradó y decidió no comerlo más. Al ver esto un mesero preguntó en cocina. Y unos minutos más tarde vino a nuestra mesa el Head Chef, David Contreras, quien nos dijo muy amablemente que el pescado estaba en buenas condiciones, y que era fresco.
Pero Eva insistió en que el sabor no le parecía el correcto por lo que el chef ofreció cambiarlo por un Black Cod con salsa miso yozu ($385) que tenía una mejor textura y un sabor correcto. No había comparación, éste era mucho mejor. Le agradecemos al chef sus atenciones y su buena disposición.
Gerardo prefirió un Curry de camarón en hoja de plátano ($320), de sabor muy ligero, y acompañado por arroz y múltiples vegetales. Estaba bien, pese a que los camarones estaban ligeramente sobrecocidos, lo que disminuía la calidad del plato.
De postre Eva aceptó una recomendación: la Sopa fresca de mango ($90), de agradable sabor y textura. Era un postre muy ligero y óptimo después de una copiosa cena, sólo que también pidió que le recomendaran un buen maridaje y le trajeron un licor de Damiana en las rocas que no empataba nada, y por lo mismo fue ignorado.
Gerardo estaba feliz, porque en la carta había dos postres de frutas. En una noche calurosa prefirió el Plato de fruta fresca ($90) a las frutas rojas, que era la otra opción. Efectivamente, era muy fresca y refrescante. Le gustó, pese a que la selección de la fruta y su presentación eran más apropiados para un desayuno.
Antes de retirarnos pasamos a tomarnos la copa del estribo a la terraza en donde, como es bien sabido, siempre hay dos estribos, así que ya estando ahí pedimos la segunda.
Estábamos tan a gusto que llegó la hora de cerrar, las 2 am y el lugar se vació, pero nosotros permanecimos media hora más pese a las amables y reiteradas suplicas del personal para que abandonáramos el barco. Hay que reconocer que fueron amables y pacientes, y se resignaron a recoger las mesas, subir las sillas y barrer el piso a nuestro alrededor. Salimos felices y contentos, bien bebidos, aunque no tan bien comidos. 

Dirección: Presidente Masaryk 433, Col. Polanco, Ciudad de México
Tel: 5282 0003
Horarios: Lun. a Dom. de 13:00 a 2:00 horas
 

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