sábado, 12 de marzo de 2011

Romina, una larga espera

Entrar a un restaurante italiano y toparse con una enorme mesa repleta de italianos ruidosos enfrascados en apasionadas y jocosas conversaciones es todo un augurio de que la experiencia en ese lugar será buena. Desgraciadamente, en el caso de Romina no fue así.
Aunque la ocupación era cuando mucho del 75% de la capacidad del restaurante, en seguida nos dimos cuenta de que había muy poco personal para atender correctamente a todos los comensales.
Ya en la mesa nos llevaron unos tragos. Eva como siempre tomó un Cosmopolitan ($120) que estaba bueno y venía servido en una linda copa. Gerardo aceptó la sugerencia de un vino espumoso italiano prosseco ($120). Buen comienzo... Pero ahí comenzó una larga espera.
Se tardaron 27 minutos en darse cuenta de que no nos habían llevado la carta de alimentos y que, por lo tanto, no podíamos ordenar.  La estructura de la carta era muy sencilla, con platos de cocina tradicional italiana y algunas propuestas de la casa.
Empezamos pidiendo para compartir una sugerencia hecha por uno de los socios, quien nos estuvo atendiendo gran parte de la noche. Era un Capellini con cangrejo ($190). Básicamente era la pasta, el cangrejo, perejil, ajo, aceite de oliva y peperonccino. El plato en conjunto resultaba aceptable, más no excelente. La pasta estaba bien cocida y sazonada, pero el cangrejo era muy escaso y  resultaba de un sabor fuerte y poco refinado, además estaba sobrecocido y no completamente limpio.
Pasaron otros 30 minutos antes de que nos trajeran el siguiente plato que, además, estaba equivocado, pues a ambos nos llevaron el tercer tiempo saltándose olímpicamente el segundo.
Así, a Eva le llevaron unas Costillas de ternera ($300) con un poco de aceite de oliva y romero, acompañadas de ensalada. que tampoco estaban en la carta. Estaban muy pasadas de sal y las regresó. Se las volvieron a llevar pero eran las mismas, sólo que arregladas y ya se habían pasado de término, por lo que las regresó de nuevo hasta que por fin, y después de una larga espera, la tercera vez las costillas estuvieron impecables.
En el caso de Gerardo, su segundo tiempo forzoso fue un Bacala e Patate ($200) que traducido era un bacalao fresco a la plancha sobre una cama de patatas fritas al romero con cebolla también frita, aceite de oliva y un toque de vino blanco. Estaba bueno el pescado, pero no tanto como las papas que fueron lo mejor de esa noche para Gerardo.
Después de otros 20 minutos de espera le llevaron a Eva como tercer plato su segunda elección, que era el Risotto de la casa ($350). Consistía en langosta salteada con aceitunas negras, alcaparras, jitomate fresco y prosecco. La presentación era muy llamativa y el arroz estaba en su punto. Solo había dos pequeños errores: arroz ligeramente sobre condimentado y langosta no perfectamente limpia.
Siguiendo la progresión caótica, a Gerardo le correspondió la Insalata di carcciofi (en la carta estaba anunciada a $90, pero la cobraron a $110), o sea, ensalada de corazones de alcachofa con jitomates deshidratados al sol, sobre lechuga italiana y aderezados con aceite de oliva. La ensalada no era mala, pero hubiera estado mejor si la hubieran cobrado a lo que estaba anunciada, la hubieran llevado cuando correspondía y los jitomates no parecieran chiclosos de esos que se pegaban en los dientes cuando los comía en el recreo de la primaria.
Para acompañar nuestros platos decidimos escoger dos medias botellas de vino. El primero era un Südtirol Terlaner DOC, 2009, de uvas Chardonay, Pinot Grigio y Pinot Blanc, que resultó fresco, frutal y con una mineralidad muy agradable. Y el segundo fue un Barolo DOCG Castiglione, 2003, de bodegas Vietti, de uva Nebbiolo, con muy buena estructura y un tanino muy agradable. Hay que mencionar que la carta de vinos era amplia, sobre todo en la oferta de caldos italianos.
Ya para el postre, Eva ordenó unos Frutos del bosque con Marsala y crema, pero hubo una horrible confusión y la primera vez batieron juntos los dos ingredientes que complementaban a las frutas y resultó una mala idea. Se ofrecieron a cambiarlas y la segunda vez mandaron los ingredientes por separado. Todo iba bien hasta que Eva probó la crema y se percató de que era de pésima calidad. Ya casi al final y se la cambiaron por un poco de crema Lyncott. Había un universo de diferencia entre una y otra.
Gerardo pidió la única opción de frutas disponible que eran los mismos Frutos de bosque, pero sin la crema. Al Chef (con mayúscula) le quedaron buenos.
Para terminar bebimos sendas copas de un vino de postre Italiano de nombre Angialis ($200 por copa), de la isla de Cerdeña, que resultó agradable. Tenía un color dorado intenso, en nariz presentaba notas de duraznos, chabacanos y flores blancas. Con buena intensidad y armonioso.
El socio propietario que siempre estuvo al pendiente de nosotros con más amabilidad que eficacia nos dijo que las copas de postre eran cortesía de la casa, pero al final lo que no nos cobraron fueron los postres, pero sí el vino dulce.
Como nota positiva hay que señalar que el lugar era de lo más acogedor, con un ambiente casual, relajado y agradable. En todas las paredes aparecía como icono la diva Sofía Loren, el mobiliario de madera era sencillo y la decoración, básicamente en colores rojo, negro y blanco, creaba un ambiente reconfortante.
En conclusión Romina tiene elementos interesantes, pero también vivimos el hecho de que aún están comenzando y tienen mil y una cosas por perfeccionar.

Dirección: Homero 716, Colonia Polanco
Teléfono: 4432 4432
Horarios: Lun. a Dom. de 13:30 a 00:00
 

2 comentarios:

  1. Eva y Gerardo, como siempre es muy grato leer sus experiencias culinarias, los lugares que visitan y como los detallan me invitan a salir a pecar. Les escribo en esta ocasión por que yo también fui a Romina, apenas hace unos días, y en mi caso fue una sorpresa el buen sazón y la inigualable sensación a "Italia", concuerdo contigo en que el servicio fue un poco lento, aunque bastante agradable al igual que el ambiente general del restaurante. Yo creo que ahí si vuelvo a caer en la tentación. Un fuerte abrazo, nos seguimos leyendo.

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  2. Susana, muchas gracias por tu comentario. Nos da mucho gusto que te haya ido bien en Romina.
    Saludos

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