jueves, 24 de marzo de 2011

Osaka, progresión descendente

Como un homenaje a la cultura japonesa, decidimos ir a comer al restaurante Osaka, al sur de la ciudad de México, cuyo concepto es de cocina nipona con toques peruanos.
El local está en el segundo piso de un pequeño centro comercial en El Pedregal, moderno pero nada glamoroso. Sin embargo, al entrar al restaurante la decoración nos transportó a lugares lejanos.
La hostess nos preguntó si preferíamos comer en el salón o en la terraza. Pedimos ver la terraza pensando que sería la zona de fumar y efectivamente así era, por lo que elegimos el salón y nos sentamos junto a la ventana, en un gabinete muy iluminado y agradable.
La carta se dividía en dos secciones: platos fríos y platos calientes. El mesero sugirió seguir ese mismo orden. Y así lo hicimos.
Como entremés compartimos unos Cevichitos ($150) que estaban servidos en seis pequeñas porciones, tres de ellos eran de pulpo, plátano caramelizado y mango. Y los otros tres eran de ceviche clásico con trozos de aguacate. 
Los dos eran buenos, pero el pulpo era una combinación muy fresca y agradable que nos pareció una mejor opción para abrir boca. Eva los acompañó con un martini de lychee ($110) adicionado con frutos rojos y un poco de sake. Maridaje que resultó perfecto.
Después compartimos dos variedades diferentes de gyosas: unas Inkagyosas ($175) de pato confitado y otras de solomillo de res. Las de pato tenían un sabor totalmente desequilibrado y desagradable, razón por la que Eva prácticamente tuvo que bañarlas en salsa de soya. Además, en la penúltima pieza apareció un cartílago de pato del tamaño de Tokio que fue razón suficiente para no terminarlas.
Las de solomillo ($175) que estaban anunciadas en la carta con “sabores peruanos”, eran mucho mejores. Pese a su toque andino, con su sabor especiado parecían más orientales que las de palmípedo. Éstas tenían echalote y una nube de papa (que más bien parecía alambrado), además de jitomate cherry que no aportaba nada al plato, excepto quizá visualmente.
Gerardo decidió continuar con una clásica sopa Misohiro ($65) de alga con tofu, que siempre resulta muy reconfortante. Era buena, pero no tanto como otras que ha probado en otros restaurantes japoneses. Le faltaba sustancia tanto como le sobraba agua.
De principal Eva ordenó el Pollo Tailandés ($210), que venía anunciado con salsa de curry rojo, leche de coco y cacahuate. Nada que ver con la intensidad de la descripción, más bien era un plato absolutamente insípido, con una pechuga de pollo de una textura parecida a la del Burger King. Cero gracia. Venia acompañado por un arroz tailandés que pasaba también sin pena ni gloria.
Gerardo se decidió por un Sakana vapor ($240), que era un pescado blanco (robalo, al decir del mesero) con salsa de fríjol negro y aromatizado con hierbas. El pescado lucía estupendo, tenía buen sabor y excelente textura, la cocción era la adecuada, pero todo se venia abajo por la salsa de soya que estaba pasadísima de sal y mataba el gusto delicado del pescado. El plato incluía un pequeño bol de arroz gohan (al vapor) que este sí estaba impecable.
Para maridar los platos pedimos un vino de Nueva Zelanda: Mount Nelson ($894), un monovarietal Sauvignon Blanc de 2008. Limpio y brillante a la vista, de color verde claro pajizo. Vino fresco con aromas marcados de toronja, lima, pera y manzana con una interesante nota mineral, todo lo cual se confirmaba en boca. Muy buena acidez.
De postre, Eva se decidió por un Cheesecake frío de chocolate y banana ($95) caramelizada, con helado de vainilla y crema inglesa al ron. Extremadamente dulce y prácticamente incomible. Misma razón por la que sólo pudo comer el plátano caramelizado y dejó el resto.
Para finalizar, Gerardo pidió un Lychee con dos texturas ($95) que venía muy bien presentado en dos pequeñas copas. Una de las texturas era la de la misma fruta y la otra era un sorbete con un crumble de menta. No pasó la prueba de fuego, pues la fruta sabía mucho mejor que el sorbete y eso no favorece precisamente al chef repostero o a quien quiera que lo haya elaborado.
El servicio, como suele ocurrir en muchísimos establecimientos, fue bueno al principio, pero después fue decayendo. Con la comida pasó igual, en lugar de seguir una progresión ascendente, como hubiéramos deseado, fue involucionando hasta despeñarse en los postres. Para colmo, a los dos nos cayó pesada y pasamos el puente del benemérito padeciendo del estómago.

Dirección: Av. de las Fuentes 556, Centro Comercial Gran Pedregal, Col. Jardines del Pedregal
Teléfono: 5135 4514
Horarios: Dom. de 13:00 a 18:00 hrs. 
Lun. a Mie. de 13:30 a 23:00 hrs.
Jue. a Sáb. de 13:30 a 00:00 hrs.
 

3 comentarios:

  1. Querida Eva y Gerardo
    Veo con asombro la crítica destructiva que hacen a este Restaurant. El que escribe es un chef Peruano...que ve con asombro tu desconocimiento del estilo de la Cocina Nikkey...pero ok, estu blog, verdad? En el te vanaglorias de tu sapiencia en la enología y eso lo noto en casi todo tu blog.
    A ver...irías a un restaurante Tailandes y dirías; "Estuvo muy picante"! Los sabores del Perú son distintos; muy dulces en postres, bajo de sal o plano en otros, etc. Pero bueno, todos somos críticos, verdad? Una vez, un chef famoso dijo: Si cocinará para agradar a todo el mundo, sería muy infeliz! No me queda nada más que agregar por ahora.

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  2. Estimado Sandro:
    Gracias por tu comentario. Nosotros no consideramos nuestro post como una critica destructiva. Es más bien una reseña fiel de una experiencia en un restaurante. Si bien es cierto que no somos especialistas en el tipo de cocina que mencionas, ni tampoco en cocina peruana, nuestro enfoque es básicamente como comensales.
    Según nos dijeron en el mismo restaurante, la base de su cocina es la japonesa con toques peruanos.
    Por otro lado, la comida de todo el mundo tiene dos opciones: está buena o no. Y ese es el principal factor. 
    Nosotros no pretendemos vanagloriamos de nada. En el caso de los vinos, nos parece una parte importantísima de la experiencia que describimos.
    Sabemos que siendo cocineros no podemos darle gusto a todas las personas. Pero pensamos que una de las grandes bendiciones de este oficio es hacer feliz a la gente, aunque sea por un momento.
    Esperamos seguir en contacto contigo. Es un honor para nosotros conocer a chefs de todas partes del mundo. Saludos.

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  3. Buenas tardes;

    He ido a Osaka desde sus principios tanto en Lima como en Buenos Aires, este restaurante se caracteriza o caracterizaba por su fusion Nikkei (oriental-peruana), tambien cuando he pasado por Mexico fui a conocer sus instalaciones y nuevos sabores.
    Sin dudas dejan mucho que desear con sus combinaciones de hoy en dia a razon quizas de que antes eran mas fieles a su gran inspiracion (NOBU).

    Pero todo hace parte de una evolucion (positiva o negativa) en los negocios.

    La fusion hoy por hoy se ve perdida y eso se siente mas aun en sus restaurantes de Mexico ya que tratan con otros productos e influencias, no es un mal restaurante de hecho tiene platos que son muy ricos (no todos), pero se nota que se han perdido en las nuevas creaciones, quizas necesiten una nueva inspiracion o un nuevo paladar que sepa dilucidar este concepto NIKKEI que les ha dado tantas satisfacciones.

    Saludos y exitos, lindo blog.

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