martes, 25 de enero de 2011

Syrah... buenas intenciones

La visita al restaurante Syrah nos aportó una sorpresa que nos alegró la noche: partir de las 8 pm, de lunes a sábado, todos los vinos de la cava se venden al costo o si se lleva una botella propia no se cobra el descorche, lo que nos pareció excelente y decidimos aprovecharlo.
El establecimiento, ubicado en el centro comercial Antara, en Polanco, cuenta con una buena cava, con muchos estilos y una gran variedad de etiquetas.
El ambiente es semiformal y relajado, la decoración es simple y el servicio es esmerado.
La carta de alimentos no es nada excepcional, pero sí resulta variada, incluso ecléctica. La oferta es de cocina internacional con platos que van desde unos tacos de carnitas de pato o un mole negro de Oaxaca, hasta un ossobuco o un incluso un niguiri; también incluye cortes de carne a la parrilla, por citar algunos.
Cabe mencionar que a Eva no le agradó el aspecto de la carta, porque era más acorde con una fonda (con un logotipo de Coca Cola abajo) que de un restaurante de categoría. Nada que ver con la de vinos, que además de bien estructurada era bonita y elegante.
Como aperitivo, Eva decidió ordenar un Martini de frutos rojos y la copa estaba muy mojada, por lo que lo regresó y le trajeron otro que preparó el capitán en la mesa y que no le quedó tan bueno ($195). Gerardo pidió una copa de Fino La Ina ($90).
Para aprovechar la promoción de los vinos, pedimos una botella de champagne Taittinger Brut Prestige Rosé ($1,010) que nos pareció maridaría bien con todos los platos, como efectivamente sucedió. Su color era rosado brillante e intenso, con burbuja fina, nariz fresca, con aromas de frutos rojos, que se reafirmaban en boca.
De entrada Eva eligió el Abulón al chipotle ($265) que para ser el plato más caro de las entradas resultó incomible, porque el abulón era demasiado chicloso. Según nos confesó el chef Manuel, quien muy atentamente salió de la cocina a explicarnos, la razón era que el abulón venía enlatado. Motivo que si bien explicaba la textura, no nos pareció válido y decidimos regresarlo.
A Gerardo se le antojó la Ensalada de endivias ($98), cuyas hojas, muy frescas, venían alternadas con aguacate y toronja. Estaba correctamente aliñada con una vinagreta y el contraste entre el aguacate y la toronja con el sabor ligeramente amargo de la endibia era interesante.
Para enmendar lo del abulón trataron de esmerarse en el segundo tiempo de Eva: la Tártara de atún ($205) que para su precio tampoco era excelente. Más bien resultaba un plato sencillo y aceptable; el atún estaba fresco y nada más.
Gerardo siguió con una Sopa de hongos a la provenzal ($79), pese a que el capitán haciendo gala de honestidad le advirtió previamente que más que a la provenzal era como las de la Marquesa. Y sí, era una rica sopita de hongos estilo casero.
De plato fuerte para Eva vino una especialidad del Chef: el Ossobuco de ternera ($182). La carne estaba bien cocinada, el sazón era correcto y venía acompañada de una pasta larga, cuya salsa, según explicó el mesero, no era más que el propio jugo de la carne. El plato en conjunto resultaba sabroso y fue para Eva por mucho el mejor de la noche.
Gerardo escogió el Róbalo mediterráneo ($240) que venía servido con corazones de alcachofa, pimiento rojo, aceitunas negras y alcaparras. El pescado estaba jugoso, con la cocción correcta, tenía buena textura y combinaba bien con el resto de los elementos del plato.
Como ya habíamos terminado la botella de Taittinger, para los postres decidimos seguir en la línea de los espumosos y ordenamos una botella de Champagne Moët & Chandon Néctar Imperial ($737). A diferencia del anterior, que era rosado, éste era amarillo con tonos dorados. Tenía aroma a frutos secos, caramelo y cereales maduros, equilibrado en boca y con un sabor final a pasas, maridó bien con los postres.
De dulce Eva optó por la Tarta fina de manzana ($85), que no resultó digna de engordar por ella y por eso mismo sólo comió un poco. Venía acompañada de un helado de vainilla que tampoco estaba bueno.
Gerardo preguntó si tenían frutas naturales o algo que no tuviera lácteos ni azúcar en exceso. La oferta se limitaba a una gelatina preparada con edulcorante, que se había acabado, y un Dulce de Zapote con ron ($55) que resultó muy agradable, pues el alcohol casi no se percibía y en cambio si se sentía un ligero gusto a naranja y a piloncillo. Si se considera la relación calidad precio, fue su mejor plato de la noche.
Lo que destacamos de Syrah son las buenas intenciones del personal de servicio, que las más de las veces se quedan solamente en eso, pero se aprecia y agradece el entusiasmo y la disposición, si bien la falta de una capacitación adecuada los limita en los resultados. Los alimentos son correctos pero nada más, apenas adecuados para acompañar a lo que realmente resulta interesante que es su cava y la promoción de los vinos al costo.
Por lo menos pudimos beber tranquilamente nuestras botellas de champagne, saliendo los últimos, como siempre, sin que nos carrerearan, nos agredieran bajando la temperatura del aire acondicionado ni teniendo que soportar las caras largas de los meseros.

Dirección: Centro Comercial ANTARA / Ejército Nacional 843
Tels.: 5281 5051 y 5281 5533
Horarios: Lun. a Sáb. de 13:00 a 00:00 horas.
Domingo: de 13:00 a 20:00 horas.

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