miércoles, 28 de julio de 2010

Astrid y Gastón, sabor y color

En un lunes lluvioso y lleno de tráfico decidimos ir a cenar a Astrid y Gastón.
Es un restaurante peruano de lujo que junto con las cevicherías La mar conforman la cadena de Gastón, el chef propietario, y Astrid, repostera, su esposa, en la que los sabores y los colores son muy intensos, en parte por el uso del ajinomoto como potenciador, y de los pigmentos naturales para pintar.
La noche era húmeda y gélida y el restaurante muy amplio, en la esquina de Mazaryk y Tenysson, estaba prácticamente vacío. Pese al clima nos ofrecieron sentarnos en la terraza, un par de grados de temperatura por debajo del salón principal, pero en la que lucía la cálida flama de dos quemadores de gas. Encandilados por el fuego, nos instalamos ahí, en una suave penumbra ámbar.
El capitán Efraín, fue el encargado del servicio toda la noche y lo hizo excepcionalmente pues es un profesional en todos los sentidos.
Para empezar nos recomendó un maracuyá sour ($155) que es con la base del pisco pero sin clara de huevo, que estaba delicioso, espumoso y súper refrescante.
Nos entregó la carta que, aunque está muy bien hecha con gran variedad de platos tradicionales y fusión, es algo larga. Todo, obvio, con un estilo muy particular del chef. El capitán nos recomendó varios platillos con explicaciones muy bien fundamentadas.
Sonia, guiada por la recomendación, pidió el ceviche Lima D.F. ($165) una mezcla de atún y camarones, leche de tigre, tamarindo y chipotle y guarnición de mango, cebolla morada y un poco de alga nori. Un deleite para golosos y amantes de las chucherías de chamoy.
Gerardo, igual por sugerencia, pidió la causa biodiversa ($130) que es un pastel de puré de papa y pasta de chile ají amarillo pigmentado con diferentes ingredientes que le dan su color y que se coronaban con diferentes escabeches como el de pulpo, salmón, cangrejo, etc. La presentación bastante colorida y bien estructurada, pero el sabor no era el mejor.
Como plato fuerte a Sonia le recomendaron las tiras de lomo salteadas ($200) con jitomates, cebollín, chile cuaresmeño rojo, cebollas moradas y papas fritas, guarnecido por arroz blanco con elote. Bastante bueno, una porción enorme, cocción perfecta del lomo y una reducción de jugos que acompañaba idealmente.
Gerardo ordenó el clásico cabrito lechal orgánico ($340) laqueado con sus jugos al romero, acompañado de una degustación de papitas peruana, crocante, rellena y de mortero. Le gustó pero le pareció de perfume muy intenso por la técnica que concentraba mucho los sabores. La cocción estaba bien hecha y se acompañaba con arúgula que bajaba la intensidad del cabrito, sólo que Gerardo odia la arúgula, así es que ya sabrán en dónde terminaron las hojitas.
Para las entradas pedimos una copa de vino blanco torrontés, argentino ($120) que estaba muy malo, perduraba poco en boca y era dulce y amargo a la vez, muy raro.
Para maridar los platos fuertes pedimos una botella de Navarro Correas ($925), monovarietal Merlot. Típico mermelada de frutos rojos y barrica ligeramente marcada.
De postre a Sonia se le antojó el pastelito de elote ($100) con helado de nata y que era como un delicioso budín de pan, pero la salsa no fue su favorita. El helado parecía un delicioso y transgénico Haagen Daz.
Gerardo, como siempre, prefirió fruta; en este caso fresas frescas con un chorrito de jugo de naranja, que aunque no estaban en carta, el capitán las ofreció. Un detalle muy particular, que sí se encuentra en la carta, es una leyenda que dice que ellos son artesanos y tienen toda la disposición de servir hasta lo que el cliente quiera, lo cual se comprobó con las frutas.
La decoración del lugar es elegante y sencilla, con mucha madera y nichos evocando una cava. La vajilla esta en función de cada platillo y aunque no son platos espectaculares están bien pensados de acuerdo a los alimentos. La terraza es estupenda, sobre todo para una noche cálida y estrellada, pero que pese al frío y la lluvia la disfrutamos entumecidos.
Por fortuna el vallet parking era muy eficiente y nos escoltó con grandes paraguas hasta el auto.

Astrid & Gastón
Tennyson 117
Esquina con Presidente Masaryk
Col. Polanco Chapultepec
Tel. 5282-2489

Horarios:
Lun-miér 13:30-22:30hrs., jue-sáb 13:30-23:00 hrs., dom 13:00-18:00 hrs.

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